jueves, 10 de marzo de 2016

Salmo 137

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Junto a los ríos de Babilonia,
allí nos sentábamos, y aun llorábamos,
acordándonos de Sión.
Sobre los sauces en medio de ella
colgamos nuestras arpas.
Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos,
y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo:
cantadnos algunos de los cánticos de Sión.
¿Cómo cantaremos cánticos de Jehová
en tierra de extraños?
Si me olvidare de ti, oh Jerusalén,
pierda mi diestra su destreza.
Mi lengua se pegue a su paladar,
si de ti no me acordare;
si no enalteciere a Jerusalén
como preferente asunto de mi alegría.
Oh Jehová, recuerda contra los hijos de Edom el día de Jerusalén,
cuando decían: Arrasadla, arrasadla
hasta los cimientos.
Hija de Babilonia la desolada,
bienaventurado el que te diere el pago
de lo que tú nos hiciste.
Dichoso el que tomare y estrellare tus niños
contra la peña.
……………

Este salmo es sin duda el prototipo del “llanto del destierro”. Los hebreos, desterrados en Babilonia, lloran amargamente acordándose de Jerusalén.
Tres ideas a destacar: su belleza literaria, la honda nostalgia del autor que habla en nombre de un pueblo y la aguda indignación contra los opresores hasta el punto de desear la cruelísima venganza que los dos últimos versos expresan.

Los poemas que expresan la nostalgia por la tierra natal suelen tener una alta calidad literaria.

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