jueves, 2 de agosto de 2018



Pecando de imprudencia:

Un barbo jovencito: sale de una y entra en otra.
Unos pescadores: antes de tiempo bailaban de contento.
Un rebaño de carneros: el diablo viejo sabe más por viejo que por diablo.
Un mono irreflexivo: no es suficiente bailar bonito.
Un cuervo vanidoso: no se puede a la vez gritar y comer.

La prudencia humana

Cayó en la red del pescador artero
un barbo jovencito.
¡Allí fue trabajar el prisionero
para romper el cáñamo maldito!

Chupa, muerde, batalla,
deshilacha el torzal, quiebra una malla,
y al fin se libra del maligno fiero.
-¡Caramba!, prorrumpió, ¡de buena escapo!

Viviré en adelante sobre aviso.
Quien me pesque otra vez, ya ha de ser guapo,
mas una cosa de comer diviso,
que a merced de las olas sobrenada,
por un hilo sutil a un palo atada.

Es, si no me equivoco,
pan, y buena ración; pues me la emboco.
Tírase al cebo el pez sin más recelo,
y al salir de la red, tragó el anzuelo.


Así, con sus propósitos ufana,
se arroja en pos del apetito loco
de yerro en yerro la prudencia humana

Juan Eugenio Hartzembuch

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Los pescadores y las piedras

Tiraban unos pescadores de una red y como sentían muy cargada, bailaban de contento, creyendo que habían hecho una buena pesca. Arrastrada la red a la playa, en lugar de peces sólo encontraron piedras y otros objetos, con lo que fue muy grande su contrariedad, no tanto por la rabia de su chasco, como por haber esperado otra cosa.
Uno de los pescadores, el más viejo, dijo a sus compañeros:
-Basta de afligirse, muchachos, puesto que según parece la alegría tiene por hermana la tristeza; después de habernos alegrado tanto antes de tiempo, era natural que tropezásemos con alguna contrariedad.

Esopo

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Los lobos, los carneros y el carnero padre

Enviaron los lobos una representación a un rebaño de carneros, prometiéndoles hacer una paz permanente si les entregaban a los perros. Los carneros aceptaron hacerlo, exceptuando a un viejo carnero padre que les reclamó a los lobos:
-¿Cómo les voy a creer y vivir con ustedes, si ahora mismo, aún con el cuidado de los perros no puedo pacer con tranquilidad?

Esopo

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La zorra y el mono coronado rey

En una junta de animales, bailó tan bonito el mono, que ganándose la simpatía de los espectadores, fue elegido rey.
Celosa la zorra por no haber sido ella la elegida, vio un trozo de comida en un cepo y llevó al mono, diciéndole que había encontrado un tesoro digno de reyes, pero que en lugar de tomarlo para llevárselo a él, lo había guardado para que fuera él personalmente  quien lo cogiera, ya que era una prerrogativa real.
El mono se acercó sin más reflexión, y quedó prensado en el cepo.
Entonces la zorra, a quien el mono acusaba de tenderle aquella trampa, repuso:
-¡Eres muy tonto, mono, y todavía pretendes reinar entre todos los animales!

Esopo

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La zorra y el cuervo gritón

Un cuervo robó a unos pastores un pedazo de carne y se retiró a un árbol.
Lo vio una zorra. Deseando apoderarse de aquella carne, empezó a halagar al cuervo. Elogiaba sus elegantes proporciones y su gran belleza; agregaba además, que no había encontrado a nadie mejor dotado que él para ser rey de las aves, pero que le afectaba el hecho de que no tuviera voz.
El cuervo, para demostrarle a la zorra que no le faltaba voz, soltó la carne para lanzar con orgullo fuertes gritos.
La zorra, sin perder tiempo, rápidamente cogió la carne. Le dijo:
-Amigo cuervo, si además de vanidad tuvieras entendimiento, nada más te faltaría para ser el rey de las aves.

Esopo

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