miércoles, 29 de diciembre de 2021

MARCA MUJER

Juana Azurduy (Toroca, Bolivia, 1780 – Sucre, Boloivia, 1862)

Luchadora en las guerras hispanoamericanas de la Independencia. Comandante en las guerras que dieron lugar a la llamada ‘Republiqueta de la Laguna’. Ha recibido muchos homenajes póstumos, como el de haber sido ascendida a mariscal del Ejército de  Bolivia  y generala del Ejército Argentino. Se ha imprimido papel moneda con sus cara, se han compuesto canciones y rodado películas inspiradas en su persona.

Quedó huérfana siendo niña, y al no aceptar la tutoría de sus tíos, fue llevada a un convento, donde se crió. A los 17 años fue expulsada del convento por rebelde y volvió a su casa de Toroca. Se casó con Manuel Ascensio Padilla, con el que tuvo cinco hijos. Junto con su esposo participó activamente en la ‘Revolución de Chuquisaca’ en el año 1809. Esto supuso que tuvieran que vivir sus hijos como guerrilleros. Sus bienes fueron confiscados por el ejército realista, ella fue delatada y apresada con cuatro de sus hijos, pero Azurduy asesinó a varios de sus guardianes y, junto con su esposo que esperaba fuera, huyeron montados en tres caballos. Dejó a sus hijos al cuidado de los indios y se unió al ejército. Posteriormente los mando a buscar y vivieron en un campamento en las serranías de Potosí. Las condiciones de vida deterioraron la salud de los niños, dos de ellos contrajeron la malaria y fallecieron. Dos niñas fueron secuestradas en un rancho y, después de ser rescatadas por Azurduy y su esposo, con derramamiento de sangre, terminaron también por fallecer al estar contagiadas de paludismo.

A partir de este momento Azurduy tomó la resolución de matar ella misma a los prisioneros que cogían. Determinó con su esposo tener otro hijo y efectivamente tuvieron una niña. Ambos esposos participaron en numerosas batallas, en escaramuzas y en guerras de guerrillas. Luchando al lado del general Blegrano, éste concedió a Azurduy usar el uniforme militar, la puso al frente de una división llamada ‘Decididos del perú’ y le hizo entrega de su sable, que ella utilizó en adelante.

En el año 1816 y en la llamada batalla de la Laguna las tropas realistas atacaron a las fuerzas de Padilla en un cuerpo a cuerpo que duró varias horas. Padilla y sus hombres tuvieron que retirarse, pero fue perseguido y decapitado. Azurduy intentó repeler la agresión pero fue herida en una pierna y en el pecho, pero consiguió huir a caballo. Después consiguió una partida de voluntarios y volvió a rescatar los restos de su marido. Provocaron una matanza en La Laguna acaso la más cruel de las guerras independentistas. Recogieron la cabeza de Padilla y depositaron sus restos en el altar de la iglesia donde oficiaron una ceremonia religiosa. Posteriormente se enroló en el ejército de Güemes. Con la muerte de Güemes terminó también la carrera militar de Azurduy. Los últimos años vivió en la penuria, volvió a su ciudad natal con su hija, nadie la recibió y nadie reconoció su trayectoria anterior. Recibió sin embargo la visita de Simón Bolivar y de Sucre, quienes le asignaron una pequeña pensión. Murió abandonada, acompañada sólo de un niño paralítico que ella había acogido para ayudarle. Fue enterrada en una fosa común. Fue aquel niño, siendo ya anciano, quien indicó el lugar de su sepultura y sólo entonces se le hizo el merecido homenaje.

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