domingo, 7 de agosto de 2022

MARCA MUJER

Mónica de Hipona (Tagaste, Argelia, 332 – Ostia, 397)

Fue la madre de San Agustín y es tenida como santa cristiana. Venerada por sus virtudes cristianas, por su vida de constante oración, llevada a cabo para la conversión de su hijo y por la fidelidad a pesar del sufrimiento causado por el adulterio de su marido.

De padres cristianos, se casó a una corta edad con Patricius un hombre romano, pagano y bastante mayor que ella. Sobrellevó la convivencia a pesar de los hábitos libertinos de Patricius. Con paciencia se ganó el afecto de su suegra y llegó a convencer a su marido para que se convirtiera. Después de convertido, murió Patricius y Mónica no volvió a casarse.

Del matrimonio con Patricius tuvo tres hijos: Agustín, otro varón y una hija llamada Perpetua. Según propias palabras de Agustín en su libro ‘Las Confesiones’,  dice de él mismo que era indisciplinado, disoluto y vago.  Fue enviado a estudiar retórica en Cartago cuando tenía 17 años. Aquí abrazó el maniqueísmo, alejándose de su madre. Cuando volvió al hogar, Mónica le echó de casa. Agustín se dirigió a Roma y Mónica lo siguió secretamente, haciendo lo mismo cuando él marchó a Milán.

Mónica encontró en Milán al obispo Ambrosio y, a través de él, consiguió la conversión de Agustín, después de haber resistido diecisiete años. Con 28 años, Agustín fue bautizado. De vuelta a África, se detuvieron en Ostia, donde la muerte sorprendió a Mónica. En sus ‘Confesiones’, Agustín dedica a su madre las páginas más emocionantes de gratitud.

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