viernes, 21 de abril de 2023

Esopo, Fedro y  La Fontaine hablan de zorras:

Una de Esopo es tan arrogante e irónica como fue imprudente.

La de La Fontaine encuentra una dosis doble de su propia medicina.

La de Fedro hace cantar a un Cuervo.

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Las zorras a orillas del río Meandro

Se reunieron un día las zorras a orillas del río Meandro con el fin de calmar su sed, pero el río estaba muy turbulento, y aunque se estimulaban unas a otras, ninguna se atrevía a ingresar en el río la primera.

Al fin una de ellas habló, y queriendo humillar a las demás, burlábase de su cobardía presumiendo ser ella  la más valiente. Así, saltó al agua atrevida e imprudentemente. Pero la fuerte corriente la arrastró al centro del río, y las compañeras, siguiéndola desde la orilla, le gritaban:

-¡No nos dejes, hermana, vuelve y dinos cómo podremos beber agua sin peligro!

Pero la imprudente, arrastrada sin remedio alguno, y tratando de ocultar su cercana muerte, contestó:

-Ahora llevo un mensaje para Mileto; cuando vuelva les enseñaré cómo.

Esopo

La zorra y la cigüeña

Sintiéndose un día muy generosa, invitó doña zorra a cenar a doña cigüeña. La comida fue breve y sin mayores preparativos. La astuta raposa, por su mejor menú, tenía un caldo ralo, pues vivía pobremente, y se lo presentó a la cigüeña servido en un plato poco profundo. Ésta no pudo probar ni un solo sorbo, debido a su largo pico. La zorra en cambio, lo lamio todo en un instante.

Para vengarse de esa burla, decidió la cigüeña invitar a doña zorra. –Encantada –dijo- yo no soy protocolaria con mis amistades. Llegada la hora, corrió a casa de la cigüeña, encontrando la cena servida y con un apetito del que nunca están escasas las señoras zorras. El olorcito de la carne, partida en finos pedazos, la entusiasmó aún más. Pero para su desdicha, la encontró servida en una copa de cuello alto y de estrecha boca, por el cual pasaba perfectamente el pico de doña cigüeña, pero el hocico de dona zorra, como era de mayor medida, no alcanzó a tocar nada, ni con la punta de la lengua. Así, doña zorra tuvo que marcharse en ayunas, toda avergonzada y engañada, con las orejas gachas y apretada la cola.

Para vosotros escribo, embusteros: ¡Esperad la misma suerte! No engañes a otros, pues bien conocen tus debilidades y te harán pagar tu daño en la forma que más te afectará.

La Fontaine

La zorra y el Cuervo

Aquel que se alegra de ser alabado con palabras engañosas, sufre el castigo de un cruel arrepentimiento.

Al querer el Cuervo, encaramado en la copa de un árbol, comerse un queso robado en una ventana, vióle la zorra y empezó a hablarle de esta manera:

-¡Qué brillo tienen tus plumas, oh curvo! ¡Cuánta hermosura tu cuerpo y tu rostro! ¡Si tuvieras voz, ningún ave te aventajaría!

El Cuervo neciamente, quiso probar su voz, y dejó caer el queso del pico, atrapándole vivamente la astuta zorra con sus ávidos dientes. Sólo entonces gimió el Cuervo estúpido por haberse dejado engañar.

Esta historia enseña cuánto vale el ingenio; siempre el saber prevalece sobre la fuerza.

Fedro

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