Esopo y Fedro nos visitan con un lobo, Samaniego con dos
Al lobo de Esopo, un cordero le
desmonta todos sus argumentos.
Al favor de la grulla, el lobo de Fedro hace alarde de falsa
magnanimidad.
Al primer lobo de Samaniego, un mono le alecciona a través de
una contradicción.
Samaniego pone en entredicho el proverbio: “haz bien y no mires a quién”.
El lobo y el cordero en el arroyo
Miraba un lobo a un cordero que
bebía en un arroyo, e imaginó un simple pretexto a fin de devorarlo. Así, aún
estando él más arriba en el curso del arroyo, le acusó de enturbiarle el
agua,impidiéndole beber. Y le respondió el cordero:
-Pero si sólo bebo con la punta
de los labios, y además estoy más abajo
y por eso no te puedo enturbiar el agua que tienes arriba.
Viéndose el lobo burlado,
insistió:
-El año pasado injuriaste a mis
padres.
-¡Pero en ese entonces ni
siquiera había nacido yo! -contestó el cordero.
Dijo entonces el lobo:
-Ya veo que te justificas muy bien, mas no por eso te dejaré ir, y siempre serás mi cena.
Esopo
El lobo y la grulla
Era la hora de la comida, y a
un lobo que estaba comiendo, se le atravesó en la garganta un hueso y se estaba
ahogando. Cerca de él había una grulla, a la cual le pidió que, por favor, le
ayudase a sacar el hueso, ya que tenía el cuello muy largo y le sería sumamente
fácil. El lobo le prometió que le pagaría el favor. La grulla, movida por los
ruegos y las promesas del lobo, le sacó el hueso y le pidió que le pagase como
le había prometido.
Entonces el lobo le respondió a
la grulla:
-Estúpida, ¿acaso tu cabeza no ha estado en mi boca y tu cuello entre mis dientes? ¿No te parece suficiente que te haya perdonado la vida? ¿Quieres más pago que éste?
Fedro
El Lobo, la Zorra y el Mono Juez
Un Lobo se quejó criminalmente
de que una Zorra astuta lo
robase.
El Mono Juez, como ella lo
negase,
dejólos alegar prolijamente.
Enterado pronuncia la
sentencia:
-“No consta que te falte nada,
lobo;
y tú, Raposa, tú tienes el
robo”
–dijo y los despidió de su
presencia.
Esta contradición es cosa
buena;
la dijo el docto Mono con
malicia.
Al perverso su fama le condena
aun cuando alguna vez pida justicia.
Samaniego
El lobo y la cigüeña
Sin duda alguna que se hubiera
ahogado
un lobo con un hueso
atragantado,
si a la sazón no pasa una
cigüeña.
El paciente la ve, hácele seña;
llega, y ejecutiva.
Con su pico, jeringa primitiva,
cual diestro cirujano,
hizo la operación y quedó sano.
Su salario pedía,
pero el ingrato lobo respondía:
“¿Tu salario?, pues ¿qué más
recompensa
que el no haberte causado leve ofensa,
y dejarte vivir para que
cuentes
que pusiste tu vida entre mis
dientes?”
Marchó por evitar una desdicha,
sin decir tus ni mus, la
susodicha.
Haz bien, dice el proverbio
castellano,
y no sepas a quién; pues es muy
llano
que no tiene razón ni por asomo:
es menester saber a quién y
como.
El ejemplo siguiente
nos hace esta verdad más evidente.
Samaniego
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