Los romanos distinguían entre
‘dies fasti’ (días fastos) y ‘dies nefasti’ (días nefastos). Los primeros
estaban considerados como ‘de buena suerte’ y eran aquellos que tenían como
hábiles para todo tipo de actividades y negocios. Por el contrario, los ‘dies
nefasti’ eran los considerados de mala suerte, de malos presagios, y en ellos
no se podían desarrollar actividades que no fueran las de honrar a los dioses.
Con el tiempo ‘nefasto’ ha pasado a significar cualquier tipo de acontecimiento
triste o desagradable.
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