jueves, 13 de octubre de 2022

Cuatro  águilas de Samaniego:

Con la primera, el astuto escarabajo, ingenia la manera de vengarse dos veces.

La segunda, enviada de Júpiter, pone cordura en la asamblea de los animales.

La tercera, así como la jabalina, se traga el engaño de una gata taimada.

La cuarta reconoce su impotencia y se deja aconsejar por una corneja maliciosa.

El Águila y el escarabajo

“Que me matan; favor”: así clamaba

una liebre infeliz, que se miraba

en las garras de una águila sangrienta.

A las voces, según Esopo cuenta,

 acudió un compasivo Escarabajo;

y viendo a la cuitada en tal trabajo,

por libertarla de tan cruda muerte,

lleno de horror, exclama de esta suerte:

 “¡Oh reina de las aves escogida!

¿Por qué quitas la vida

a este pobre animal manso y cobarde?

¿No sería mejor hacer alarde

de devorar a dañadoras fieras,

o ya que resistencia hallar no quieras

cebar tus uñas y tu corvo pico

en el frío cadáver de un borrico?

Cuando el Escarabajo así decía,

la águila con desprecio se reía

y sin usar de más atenta frase,

mata, trincha, devora, pilla y vase.

El pequeño animal así burlado

quiere verse vengado.

En la ocasión primera

vuela al nido del águila altanera,

halla solos los huevos, y arrastrando,

uno por uno fuelos despeñando;

mas como nada alcanza

a dejar satisfecha una venganza,

cuantos huevos ponía en adelante

se los hizo tortilla en el instante.

La reina   de las aves sin consuelo,

remontaba su vuelo,

a Júpiter excelso humilde llega,

expone su dolor pídele, ruega

remedie tanto mal; el dios propicio,

por un incomparable beneficio

en su regazo hizo que pusiese

el águila sus huevos y se fuese;

que a la vuelta, colmada de consuelos,

encontraría hermosos sus polluelos.

Supo el Escarabajo el caso todo:

astuto e ingenioso hace de modo

que una bola fabrica diestramente

de la materia en que continuamente

trabajando se halla,

cuyo nombre se sabe, aunque se calla,

y que según yo pienso,

para los dioses no es muy buen incienso.

Carga con ella, vuela y atrevido

pone su bola en el sagrado Nido.

Júpiter, que se vio con tal basura,

al punto sacudió su vestidura,

haciendo, al arrojar la albondiguilla,

con la bola y los huevos su tortilla.

Del trágico suceso noticiosa,

arrepentida el águila y llorosa

aprendió esa lección a mucho precio:

a nadie se le trate con desprecio,

como al Escarabajo,

porque al más miserable, vil y bajo,

para tomar venganza, si se irrita,

¿le faltará siquiera una bolita?

El águila y la asamblea de los animales

Todos los animales cada instante

se quejaban a Júpiter tonante

de la misma manera

que si fuese un alcalde de montera.

El Dios, y con razón, amostazado,

viéndose importunado,

por dar fin de una vez a las querellas,

en lugar de sus rayos y centellas,

de receptor envía desde el cielo

al águila rapante, que de un vuelo

en la tierra juntó los animales

y expusieron en suma cosas tales.

Pidió el león la astucia del raposo,

éste de aquel lo fuerte y valeroso;

envidia la paloma la gallo fiero,

el gallo a la paloma lo ligero;

quiere el sabueso patas más felices,

y cuenta como nada sus narices;

el galgo lo contrario solicita;

y en fin, cosa inaudita,

los peces de las ondas ya cansados,

quieren probar los bosques y los Prados;

y las bestias, dejando sus lugares,

surcar las olas de los anchos mares.

Después de oírlo todo,

el águila concluye de este modo:

“¿Tes, maldita caterva impertinente,

que entre tanto viviente

de uno y otro elemento,

pues nadie está contento,

no se encuentra feliz ningún destino?

Pues, ¿para qué envidiar el del vecino?”

Con sólo este discurso,

aun el bruto mayor de aquel concurso 

se dio por convencido.

De modo que es sabido

que ya solo se matan los humanos

 en envidiar la suerte a sus hermanos.

La águila, la gata y la jabalina

Una águila anidó sobre una encina.

Al pie criaba cierta jabalina,

y era un hueco del tronco corpulento

de una gata y sus crías aposento.

Esta gran marrullera

sube al nido del águila altanera

y con fingidas lágrimas le dice:

“¡Ay mísera de mí, ay infelice!

Éste sí que es Trabajo:

la vecina que habita el cuarto bajo,

como tú misma ves, el día pasa

hozando los cimientos de la casa.

La amainará, y en viendo la traidora

por tierra a nuestros hijos, los devora.”

Después que dejó al águila asustada,

a la cueva se baja de callada,

y dice a la cerdosa: “Buena amiga,

cuando saques tus crías hacia el monte,

las ha de devorar; así disponte.”

La gata, aparentando que temía,

se retiró a su cuarto y no salía

sino de noche, que con maña astuta

abastecía su pequeña gruta.

La jabalina, con tan triste nueva,

no salió de su cueva.

La águila en el ramaje temerosa ´

haciendo centinela, no reposa.

En fin, a ambas familias la hambre mata,

y de elles hizo víveres la gata.

Jóvenes, ojo alerta, gran cuidado;

que un chismoso en amigo disfrazado

con capa de amistad cubres sus trazas,

y así causan el mal sus añagazas.

La águila, la corneja y la tortuga

A una tortuga una águila arrebata;

La ladrona se apura y desbarata

por hacerla pedazos,

ya que no con la garra, a picotazos.

Viéndola una corneja en tal faena.

Le dice: “En vano tomas tanta pena:

¿No ves que es la tortuga, cuya casa

diente, cuerno ni pico la traspasa,

y si siente que llaman a su puerta,

se finge la dormida, sorda o muerta?”

“Pues ¿qué he de hacer?” “Remontarás tu vuelo

y en mirándote allá cerca del cielo

la dejarás caer sobre un peñasco

y se hará una tortilla el duro casco.”

La águila, porque diestra lo ejecuta,

y la corneja astuta,

por autora de aquella maravilla,

lentamente comieron la tortilla.

¿Qué podrá resistirse a un poderoso

guiado de un consejo malicioso?

De estos tales se aparta el que es prudente;

y así por escaparse de esta gente 

las descendientes de la tal tortuga

a cuevas ignoradas hacen fuga.

Imágenes:https://www.blogger.com/

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