Cinco lobos más de los de Esopo
El primero, fingiendo,
logra engañar a un ingenuo pastor.
El segundo, sorprendido por la sinceridad de una oveja, le
perdona la vida.
Una oveja prudente rehúsa la invitación a cenar por parte del
tercer lobo de Esopo.
Un lobo taimado, mete la cabeza donde no debe y queda atrapado.
El quinto de Esopo, se ve burlado por un perro astuto.
El lobo y el pastor
Acompañaba un lobo a un rebaño de ovejas, pero
sin hacerles daño. Al principio el pastor lo observaba y tenía cuidado de él
como un enemigo. Pero como el lobo le seguía y en ningún momento intentó robo
alguno, llegó a pensar el pastor que más bien tenía un guardián de aliado.
Cierto día, teniendo el pastor necesidad de ir
al pueblo, dejó sus ovejas confiadamente junto al lobo y se marchó. El lobo, al
ver llegado el momento oportuno, se lanzó sobre el rebaño y devoró casi todo.
Cuando regresó el pastor y vio todo lo sucedido, exclamó:
-Bien merecido lo tengo, porque ¿de dónde saqué confiar las ovejas a un lobo?
El lobo harto y la oveja
Un lobo harto de comida y ya sin hambre, vio a
una oveja tendida en el suelo. Dándose cuenta que se había desplomado
simplemente de terror, se le acercó, y tranquilizándola, le prometió dejarla ir
si le decía tres verdades.
Le dijo entonces la oveja que la primera verdad
es que preferiría no haberle encontrado; la segunda, que como ya lo encontró,
hubiera querido encontrarlo ciego; y por tercera verdad le dijo:
-¡Ojalá todos los lobos malvados, murieran de
mala muerte, ya que, sin haber recibido mal alguno de nosotras, nos dan una
guerra cruel!
Reconoció el lobo la realidad de aquellas verdades y dejó marchar a la oveja..
El lobo herido y la oveja
Un lobo que había sido mordido por unos perros,
yacía en el suelo todo malherido. Viendo la imposibilidad de procurarse comida
en esa situación, pidió a una oveja que pasaba por allí que le llevara un poco
de agua del cercano río.
-Si me traes agua para beber le dijo-, yo mismo
me encargaré de mi comida.
-Si te llevo agua para beber –respondió la oveja- yo misma asistiré a tu cena.
El lobo y el labrador
Llevó un labrador su yunta de bueyes al
lavadero. Caminaba por allí cerca un lobo hambriento en busca de comida.
Encontró el lobo el arado y empezó a lamer los bordes del yugo, y enseguida y
sin darse cuenta terminó por meter su cabeza adentro. Agitándose como mejor podía
para soltarse, arrastraba el arado a lo largo del surco.
Al regresar el labrador, y viéndolo en esta
actividad, le dijo:
-¡Ah, lobo ladrón, qué felicidad si fuera cierto que renunciaste a tu oficio y que te has unido a trabajar honradamente la tierra!
El lobo y el perro dormido
Dormía plácidamente un perro en el portal de
una casa. Un lobo se abalanzó sobre él, dispuesto a darse un banquete, cuando
en eso el perro le rogó que no lo sacrificara todavía.
-Mírame, ahora estoy en los hbuesos –le dijo-;
espera un poco de tiempo, ya que mis amos pronto van a celebrar sus bodas y
como yo también me daré mis buenos atracones, me engordaré y de seguro seré
mucho mejor manjar para tu gusto.
Le creyó el lobo y se narchó. Al cabo de algún
tiempo volvió. Pero esta vez encontró al perro durmiendo en una pieza elevada
de la casa. Se detuvo al frente y le recordó al perro lo que habían convenido.
Entonces el perro repuso:
-¡Ah, lobo, si otro día de nuevo me ves dormir en el portal de casa, no te preocupes por esperar a bodas!
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