jueves, 15 de diciembre de 2022

Las Ideas y Los Tiempos

Los judíos en España

Si el país de Tarsis, que aparece citado varias veces en la Biblia, lo asociamos a España, los judíos estarían en España desde la época de Salomón, en el siglo X a. C. Hay arqueólogos que fechan la venida de los judíos a España hacia el año 586 a. C. por encontrar evidencia en excavaciones arqueológicas.

Durante la época romana, existen evidencias de la presencia judía en la Península, como son las inscripciones en hebreo  encontradas en tumbas sepulcrales. Pero el primer documento que demuestra la presencia de judíos en España lo encontramos en los cánones del Concilio de Elvira, a comienzos del siglo IV.  Son 81 cánones los que se refieren a los judíos. Así, en el cano 16, se prohíbe a los cristianos el matrimonio con mujeres judías, bajo pena de ser excomulgados. Otros cánones prohíben sentarse en la misma mesa con miembros de la religión judía y condenan con pena de excomunión el adulterio con mujer judía.

En la época visigoda, a comienzos del siglo IV, los judíos no fueron perseguidos, pero se les prohibía los matrimonios mixtos, que se edificasen nuevas sinagogas, la posesión de esclavos cristianos;  y se castigaba a los cristianos que se convertían al judaísmo. Los visigodos fueron tolerantes mientras fueron cristianos arrianos, pero cuando Recaredo se convirtió al catolicismo se endurecieron las leyes contra los judíos, produciéndose conversiones forzosas. Muchos judíos se marcharon al norte de África. A los que quedaban se les exigía un juramento especial (‘placitum’) rechazando públicamente la religión judía.

Con la invasión musulmana en el año 711, los judíos dejaron de ser perseguidos. Durante la Edad Media se extendió el mito de que los judíos se aliaban con los musulmanes para destruir a los cristianos. Se decía por ejemplo que les habían entregado Toledo. Los musulmanes protegían tanto a las comunidades judías como a los cristianos; no le exigían ser convertidos al Islam; tanto unos como otros tenían garantizada la vida y sus bienes y les dejaban libertad de culto. Sin embargo se estableció una discriminación institucionalizada: se les negaba el acceso a cargos públicos; se les acusaba de blasfemos con frecuencia y se les castigaba con la muerte;  se les castigaba también con la pena de muerte si mantenían relaciones o si se casaban con una musulmana. Pero en algunos Reinos andalusíes, varios judíos llegaron a sobresalir, alcanzando rangos muy importantes. En Al-Ándalus se organizaron las ‘aljamas’: comunidades autónomas  en las diferentes localidades que se regían con sus propias normas jurídicas. Esta institución se trasladó posteriormente a la España cristiana.

Durante el Emirato Independiente y el Califato de Córdoba, especialmente en la época de Abderramán, los judíos y su cultura alcanzaron gran esplendor, Con los almorávides, muchos judíos ocuparon puestos de diplomáticos, gobernadores y consejeros de los emires. Los almohades volvieron a mostrar intolerancia con los judíos y a partir del siglo XII, la población judía emprendió una huida masiva hacia los reinos cristianos del norte.

El papel que jugó la presencia judía en los reinos cristianos fue el de trasmisor de los conocimientos árabes. Esto hizo posible por ejemplo La Escuela de Traductores de Toledo, donde en la corte de Alfonso X, se llevó a cabo la ingente labor de recopilar los saberes del mundo, así como su traducción y divulgación. Además se hizo indispensable la presencia judía en la medicina, así como en la economía estatal.

En el siglo XV, se ejerció un antijudaísmo por parte de los llamados ‘cristianos viejos’ en contra de los judeoconversos, llamados ‘cristianos nuevos’, aduciendo que en realidad eran falsos cristianos porque seguían practicando a escondidas la religión judía. En el siglo XVI se les exigía la llamada ‘limpieza de sangre’. Los Reyes Católicos obtuvieron del papa Sixto IV la autorización de nombrar inquisidores en sus reinos y con la creación del Tribunal de la Inquisición’ obtuvieron el instrumento que les permitía llevar a cabo la investigación de la ‘pureza de sangre’. Las juderías se convirtieron en guetos y los judíos quedaron cercados por muros, obligados a vivir en barrios separados para ‘preservar la fe cristiana’. Los inquisidores pidieron que los judíos fueran expulsados y el primer sitio de donde  fueron expulsados fue en Andalucía. El Inquisidor General Tomás de Torquemada redactó el decreto encargado por los reyes para la expulsión de los judíos. En él se les daba un plazo de cuatro meses para que abandonaran los reinos cristianos. Se les daba como alternativa la conversión. Muchos optaron por bautizarse, pero la inmensa mayoría se marchó. Las cifras de los expulsados no están claras, varían entre los 45.000 y los 350.000, según los distintos historiadores.

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