Las Ideas y las
Tiempos
Taoísmo
Empezó siendo
una filosofía a partir de Laozi en el siglo VI a.C. para pasar a ser una
religión en el siglo II a.C.
El taoísmo
tiene como principal objetivo alcanzar la inmortalidad, entendida no como
ausencia de la muerte, sino en el sentido de llegar a vivir en armonía con la
naturaleza, buscando la superación y el progreso personal. La práctica actual
da mucha importancia a la adoración de los antepasados y a las deidades
taoístas. El que fuera pensador, Laozi, se considera también como un dios.
Afirman los
taoístas que hay tres fuerzas: el “yin”, fuerza pasiva, femenina, húmeda; el
“yan”, fuerza activa, masculina, seca; y el “tao”, fuerza superior que las
contiene. El yin y el yan son dos fuerzas aparentemente opuestas, pero son las
dos caras o vertientes de una naturaleza única. “Tao” (camino), es el sendero
que conduce a la meta, a la inmortalidad de la que hablábamos.
El “Tao”, según
Lao Tse (Laozí), es imposible de describir, porque es distinto a cualquier cosa
de este mundo, es el “vacío”, previo a la existencia de algo y necesario para
que se manifieste todo. “Existía antes del cielo y de la tierra”. Es la madre
de todo cuanto existe.
Las cosas se
oponen a lo que es distinto y siguen lo que les es igual, como el agua vertida
va hacia la humedad o como el fuego rechaza el palo mojado. Así pues las cosas
hermosas llaman a las hermosas y las repulsivas a las repulsivas. Este es el
orden natural y el nombre de este orden es el de “Tao”, que enseña el camino
para integrase en él.
……………
El pensamiento
taoísta viene explicado en la historia siguiente:
El caballo de
un campesino se escapó. Ante la conmiseración de su vecino, el campesino le
dijo: «¿Quién sabe si es bueno o malo?». Y tuvo razón, porque al día siguiente
el caballo regresó acompañado de caballos salvajes con los cuales había trabado
amistad. El vecino reapareció, esta vez para felicitarlo por el regalo caído
del cielo, pero el campesino repitió: «¿Quién sabe si es bueno o malo?». Y otra
vez tuvo razón, porque al día siguiente su hijo trató de montar uno de los
caballos salvajes y se cayó, rompiéndose una pierna. El vecino volvió a mostrar
su pesar, y recibió nuevamente la anterior pregunta: «¿Quién sabe si es bueno o
malo?». Y el campesino tuvo razón una cuarta vez, porque al día siguiente
aparecieron unos soldados para reclutar al hijo, pero lo eximieron por
encontrarse herido.