En la poesía de Aquiauhtzin de Ayapanco aparece la
preocupación por la fugacidad de la vida, aunque impregnada de agudos toques
eróticos. En “Canto a las mujeres de Chalco” asume la voz de una mujer experta
en el amor que intenta seducir a un joven:
He venido a dar placer a mi vulva florida,
mi boca pequeña.
Deseo al señor, al pequeño Axayácatl.
Mira mi pintura florida,
mira mi pintura florida: mis pechos.
¿Acaso caerá en vano
tu corazón,
pequeño Axayácatl?
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