Todos, menos una, pecaron de
imprudencia
Un cangrejo:
siendo de mar, en tierra busca la aventura.
Unas criadas:
mataron al gallo, pero no durmieron más horas.
Un jilguero:
aprendió un poco tarde a ser prudente.
Una zorra: por
algo se dice que es astuta.
La zorra y el cangrejo del
mar
Queriendo
mantener su vida solitaria, pero un poco diferente a la ya acostumbrada, salió
un cangrejo del mar y se fue a vivir a la playa. La vio una zorra hambrienta, y
como no encontraba nada mejor para comer, corrió hacia él y lo capturó.
Entonces el cangrejo, ya listo para ser devorado, exclamó:
-¡Merezco todo
esto, porque siendo yo animal de mar, he querido comportarme como si fuera de
la tierra!
Esopo
La viuda y las criadas
Una viuda muy
laboriosa tenía unas jóvenes criadas a las que despertaba por la noche al canto
del gallo para empezar el trabajo. Extenuadas siempre de fatiga, resolvieron
matar al gallo de la casa por ser él a sus ojos el causante de su desgracia,
puesto que despertaba a su señora antes de que abriese el día.
Mas, ejecutado
el propósito, se encontraron con que habían agravado su mal, porque su señora,
no teniendo el gallo que le indicaba la hora, las hacía levantar antes para ir
al trabajo.
Esopo
El murciélago y el jilguero
Un jilguero
encerrado en una jaula colgada en una ventana cantaba de noche. Oyó un
murciélago desde lejos su voz. Y acercándose, le preguntó por qué cantaba sólo
de noche.
-No es sin
razón –repuso- porque de día cantaba cuando me atraparon, pero desde entonces
aprendí a ser prudente.
-¡Pues no es
ahora cuando debías serlo, pues ya estás bien enjaulado, sino debió haber sido
antes de que te capturaran! – replicó el murciélago.
Esopo
La zorra y el león anciano
Un anciano
león, incapaz ya de obtener por su propia fuerza la comida, decidió hacerlo
usando la astucia. Para ello se dirigió a una cueva y se tendió en el suelo,
gimiendo y fingiendo que estaba enfermo. De este modo, cuando los otros
animales pasaban para visitarle, los atrapaba inmediatamente para su comida.
Habían llegado
y perecido ya bastantes animales, cuando la zorra, adivinando cuál era su
ardid, se presentó también, y deteniéndose a prudente distancia de la caverna,
preguntó al león cómo iba con su salud.
-Mal –contestó
el león, invitándole amablemente a entrar.
-Claro que
hubiera entrado –le dijo la zorra. Si no viera que todas las huellas entran,
pero no hay ninguna que llegara a salir.
Esopo
Imágenes:https://www.google.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario