lunes, 12 de marzo de 2012

En mis sueños


Yo, Andrea Guadalupe, colecciono botones, antes, coleccionaba tazas para café según los lugares que visitara, sólo que las continuas mudanzas acababan con ellas.
Sin saber como o cuando, inicie a coleccionar botones, siempre me doy ideas para encontrar alguno.
En las blusas que voy desechando, en las camisas que mi hijo va dejando, de vez en vez consigo unos antiguos, otras ocasiones, encuentro botones más nuevos.
No recuerdo cuándo empezó mi gusto, lo cierto es que esta aventura es un secreto que oculto de todos mis conocidos.
Tan pronto encuentro un botón nuevo, lo guardo rápido en mi lata de conos aromatizantes que conservaba vacía para cuando la necesitara.
Claro, nadie sabe que la diversión empieza cuando la noche se hace presente.
Entre mis sueños, se arrastra la lata hasta el borde de la cama, se destapa, y entonces…
Primero los botones se muestran desconfiados, sólo que poco a poco van saliendo.
A veces despacio, otras veces saltan a como gotas redondas, también les gusta salir rodando como bolita o girando como platos voladores.

Mis botones son muy juguetones; una vez que están afuera del escondite, empieza el show: primero hacen rondas, después se agrupan por colores y arman un arco iris en la alfombra de la habitación; se vuelven a desarmar
¡Y ahora en fila son un tren!
Cuando hacen una pila alta, ¡Sí que es divertida!
Uno se trepa encima de otro y la torre de botones se estiiiiiiira y se estiiiiiiira hasta vacilar como un suspiro de enamorado; y si se me descuido, se inclina rápido para un lado y ya nada puede detenerlos, entonces: zazzzz!
Todos los botones al suelo.

En mis sueños, me gusta quedarme horas jugando con mis botones.
Dibujo con ellos caminos que van lejos, olas de espuma besando las playas, humo de chimeneas y paisajes enteros.
También me gusta cargarlos y llevarlos a pasear por la casa.

A veces sueño que mis botones son estrellas resplandecientes, entonces acomodo los más brillantes sobre una cartulina azul y después me alejo para contemplar la noche de figuras radiantes y agujereadas.

Claro, de tanto jugar, el tiempo pasa, de golpe ya casi amanece y debo levantarme para iniciar mis quehaceres, entonces guardo uno a uno mis botones.
Eso sí, antes de tapar la lata, les saludo, y ellos, agradecidos, me regalan una pirueta.
Por suerte ya nadie los cose, no arrastran hilos ni ataduras, son botones en libertad.

Andrea Guadalupe.

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