Pecando de
imprudencia:
Un barbo
jovencito: sale de una y entra en otra.
Unos
pescadores: antes de tiempo bailaban de contento.
Un rebaño de
carneros: el diablo viejo sabe más por viejo que por diablo.
Un mono
irreflexivo: no es suficiente bailar bonito.
Un cuervo
vanidoso: no se puede a la vez gritar y comer.
La prudencia humana
Cayó en la red
del pescador artero
un barbo
jovencito.
¡Allí fue
trabajar el prisionero
para romper el
cáñamo maldito!
Chupa, muerde,
batalla,
deshilacha el
torzal, quiebra una malla,
y al fin se
libra del maligno fiero.
-¡Caramba!,
prorrumpió, ¡de buena escapo!
Viviré en
adelante sobre aviso.
Quien me
pesque otra vez, ya ha de ser guapo,
mas una cosa
de comer diviso,
que a merced
de las olas sobrenada,
por un hilo
sutil a un palo atada.
Es, si no me
equivoco,
pan, y buena
ración; pues me la emboco.
Tírase al cebo
el pez sin más recelo,
y al salir de
la red, tragó el anzuelo.
Así, con sus
propósitos ufana,
se arroja en
pos del apetito loco
de yerro en
yerro la prudencia humana
Juan Eugenio
Hartzembuch
Los pescadores y las
piedras
Tiraban unos
pescadores de una red y como sentían muy cargada, bailaban de contento,
creyendo que habían hecho una buena pesca. Arrastrada la red a la playa, en
lugar de peces sólo encontraron piedras y otros objetos, con lo que fue muy
grande su contrariedad, no tanto por la rabia de su chasco, como por haber
esperado otra cosa.
Uno de los
pescadores, el más viejo, dijo a sus compañeros:
-Basta de
afligirse, muchachos, puesto que según parece la alegría tiene por hermana la
tristeza; después de habernos alegrado tanto antes de tiempo, era natural que
tropezásemos con alguna contrariedad.
Esopo
Los lobos, los
carneros y el carnero padre
Enviaron los
lobos una representación a un rebaño de carneros, prometiéndoles hacer una paz
permanente si les entregaban a los perros. Los carneros aceptaron hacerlo,
exceptuando a un viejo carnero padre que les reclamó a los lobos:
-¿Cómo les voy
a creer y vivir con ustedes, si ahora mismo, aún con el cuidado de los perros
no puedo pacer con tranquilidad?
Esopo
La zorra y el mono
coronado rey
En una junta
de animales, bailó tan bonito el mono, que ganándose la simpatía de los
espectadores, fue elegido rey.
Celosa la
zorra por no haber sido ella la elegida, vio un trozo de comida en un cepo y
llevó al mono, diciéndole que había encontrado un tesoro digno de reyes, pero
que en lugar de tomarlo para llevárselo a él, lo había guardado para que fuera
él personalmente quien lo cogiera, ya
que era una prerrogativa real.
El mono se
acercó sin más reflexión, y quedó prensado en el cepo.
Entonces la
zorra, a quien el mono acusaba de tenderle aquella trampa, repuso:
-¡Eres muy
tonto, mono, y todavía pretendes reinar entre todos los animales!
Esopo
La zorra y el cuervo
gritón
Un cuervo robó
a unos pastores un pedazo de carne y se retiró a un árbol.
Lo vio una
zorra. Deseando apoderarse de aquella carne, empezó a halagar al cuervo.
Elogiaba sus elegantes proporciones y su gran belleza; agregaba además, que no
había encontrado a nadie mejor dotado que él para ser rey de las aves, pero que
le afectaba el hecho de que no tuviera voz.
El cuervo,
para demostrarle a la zorra que no le faltaba voz, soltó la carne para lanzar
con orgullo fuertes gritos.
La zorra, sin
perder tiempo, rápidamente cogió la carne. Le dijo:
-Amigo cuervo,
si además de vanidad tuvieras entendimiento, nada más te faltaría para ser el
rey de las aves.
Esopo
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