viernes, 4 de noviembre de 2022

Cinco águilas de Esopo:

El proceder de la primera estimula a un cuervo a imitarle infructuosamente.

La segunda quiere responder agradecida a su salvador, pero el consejo malicioso de una zorra  la confunde.

La tercera, por traicionar la amistad, recibe castigo justo.

La cuarta comprueba en su carne que no hay peor astilla que la de la misma madera.

La quinta hace que el vencedor sea el vencido y viceversa.

El águila, el Cuervo y el pastor

Lanzándose desde una cima, un águila arrebató a un corderito. La vio un cuervo y tratando de imitar al águila, se lanzó sobre un carnero, pero con tan mal conocimiento en el arte, que sus garras se enredaron en la lana, y batiendo al máximo sus alas no logró soltarse.

Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y cortando las puntas de sus alas, se lo llevó a sus niños.

Le preguntaron sus hijos acerca de qué clase de ave era aquella, y les dijo:

-Para mí solo es un Cuervo. pero él se cree águila.

El águila de ala cortada y la zorra

Cierto día un hombre capturó a un águila, le cortó las alas y la soltó en el corral junto con todas sus gallinas. Apenada, el águila, quien fuera  poderosa, bajaba la cabeza y pasaba sin comer, se sentía como una reina encarcelada.

Pasó otro hombre que la vio, le gustó y decidió comprarla. Le arrancó las plumas cortadas y se las hizo crecer de nuevo. Repuesta el  águila de sus alas, alzó el vuelo y apresó a una liebre para llevársela en agradecimiento a su liberador.

La vio una zorra y maliciosamente la mal aconsejaba diciéndole:

-No le lleves la liebre al que te liberó, sino al que te capturó, pues el que te liberó ya es bueno sin más estímulo. Procura más bien ablandar al otro, no vaya a atraparte de nuevo y te arranque completamente las alas.

El águila y la zorra

Un águila y una zorra que eran muy amigas decidieron vivir juntas con la idea de que eso reforzaría su amistad. Entonces el águila escogió un árbol muy elevado para poner allí sus huevos, mientras que la zorra soltó a sus hijos bajo unes zarzas sobre la tierra al pie del mismo árbol.

Un día que la zorra salió a buscar su comida, el águila, que estaba hambrienta cayó sobre las zarzas, se llevó a los zorruelos, y entonces ella y sus crías se regocijaron con un banquete.

Regresó la zorra y más le dolió el no poder vengase, que saber de la muerte de sus pequeños.

¿Cómo podría ella, siendo un animal terrestre, sin poder volar, perseguir a uno que vuela? Tuvo que conformarse con el usual consuelo de los débiles e impotentes: maldecir desde lejos a su ahora enemiga.

Mas no pasó mucho tiempo para que el águila recibiera el pago de su traición contra la amistad. Se encontraban en el campo unos pastores sacrificando una cabra; cayó el águila sobre ella y se llevó una víscera que aún conservaba el fuego, colocándola en su nido. Vino un fuerte viento y transmitió el fuego a las pajas, ardiendo también sus pequeños aguiluchos, que por pequeños aún no sabían volar, los cuales se vinieron al suelo. Corrió entonces la zorra, y tranquilamente devoró a todos los aguiluchos ante los ojos de su enemiga.

El águila y la flecha

Estaba asentada un águila en el pico de un peñasco esperando por la llegada de las liebres.

Mas la vio un cazador y lanzándole una flecha, le atravesó su cuerpo.

Viendo el águila entonces que la flecha estaba construida con plumas de su propia especie, exclamó:

¡Qué tristeza terminar mis días por causa de mis plumas!

El águila y los gallos

Diariamente dos gallos peleaban en una granja tratando de tener el control del corral. Una tarde uno de los gallos logró vencer al  otro y se sintió dueño de todo el gallinero, es así que el gallo perdedor se retiró avergonzado y derrotado a los matorrales viendo al orgulloso vencedor cantar su victoria.

Es entonces que el gallo vencedor paseaba triunfante dentro del gallinero alardeando de su victoria a todas las gallinas del corral.

Luego, no cansado con esto, el presumido gallo se subió al sitio más alto del gallinero para cantar orgullosamente su victoria a todo el corral.

Era ten fuerte su estruendoso canto, que no solo llamó la atención de las aves del gallinero, sino también de un águila que volaba por allí, Esta águila hambrienta, al escuchar su canto, lo divisó desde lo alto para luego  abalanzarse hacia él. Lo raptó con sus filosas garras y se lo llevó.

Es así que el gallo que había perdido la pelea regresó y se quedó con todo el gallinero.

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