Rayo de fuego (Fábula escandinava)
Esto sucedió hace tiempo, en un lejano
país del norte donde los hombres eran grandes y Fuertes como gigantes.
El rey, Erico el Viejo, se sintió un día
cansado y buscó un sucesor. Llamó entonces a los máximos héroes de su país y
les pidió que contaran sus hazañas para saber cuál de ellos merecía ser el
nuevo rey.
Primero habló Trym, el de la barba
roja:
-Un día, para salvar mi barco en una
tormenta, me zambullí en el mar, lo alcé con una mano y, nadando con un brazo,
lo llevé hasta la costa.
-¡Formidable! –dijo el rey.
Y escuchó a otro de los héroes:
-Mi tormenta fue aún peor –dijo Trom,
el de la barba negra.- El viento era tan fuerte que de nada sirvió zambullirme
y tratar de sostenerlo con una mano...
-¿Qué hiciste –preguntó Erico el
Viejo.
-Lo sostuve con las dos manos y me
mantuve a flote pataleando hasta llegar a la costa.
-¡Qué notable! –se admiró el rey.
Le tocó el torno al último aspirante
al trono.
Este era Trum, el más ambicioso de los
tres.
-A mí también me sorprendió el
temporal –afirmó—Pero mis manos no bastaban porque yo comandaba toda una flota.
Trym, Trom y Erico el Viejo lo
escucharon con atención:
-¿Qué hice entonces? Llamé a Rayo Fuego,
mi caballo que anda por la tierra y el mar, lo monté y recorrí con él el fondo
del mar, hasta llegar a la costa, Entonces tomé las raíces de todos los
árboles, hice una trenza con elles, las até a la cola de mi caballo y remolqué
al país entero hasta donde estaban los barcos.
-¡Increíble! –se sorprendió el rey.
-Así es señor, puesto que las naves no
podían llegar a la costa, yo acerqué la costa hasta ellas.
-¡Extraordinario!
Trum miró a su alrededor, seguro de
haber ganado el derecho al trono. Pero no encontró caras felices; el pueblo
sabía que era prepotente y ambicioso.
Erico el Viejo supo interpretar el
sentimiento de su gente y dijo sabias palabras:
-Tu hazaña es muy grande pero hay
alguien que demostró ser más fuerte que tú.
-¿Quién?
-Tu caballo Rayo de Fuego –afirmó el
rey- ¿Salvó toda la flota y merece ser el rey!
El pueblo aplaudió, feliz de haberse
librado de Trum.
Dicen que el caballo gobernó muy bien.
Rápido como el rayo, viajó por todo el país, se enteró de los problemas y cuidó
la paz.
Algunos dirán:
¿Rey un caballo?
Por qué no. Es mejor que un tirano.
(De la red)
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