LITERATURA AZTECA
Eterno sacrificio
Cual nenúfar al viento gira el escudo,
cual humo el polvo sube,
el silbo de las manos repercute,
aquí en México Tenochtitlán.
Es la casa de los escudos,
es la casa de las batallas:
se extiende el estrado del Águila,
es el sitio del solio del Tigre:
ellos llevan el peso de la guerra.
Se toca la flauta para el combate:
son las flores del Escudo que resplandece (el sol),
¡Nunca, nunca por cierto ha de acabar!
(Anónimo de Tenochtitlán – traducción de A. M. garibay)
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