UN ASNO Y CUATRO
FABULISTAS
El asno cargado de esponjas y el asno cargado
de sal
Iban por un
camino dos asnos. Uno transportaba sal y el otro, esponjas. El primero se
detenía a cada rato, agobiado por el peso, teniendo que aguantar las burlas del
otro, que iba más ligero.
Llegaron a un
río que debían atravesar. El asno cargado de sal se metió primero en el agua.
Al principio se hundió por el peso, pero el agua disolvió la sal y el burro
pudo alcanzar la otra orilla.
El segundo
asno, al ver que su compañero había cruzado, se metió en el agua sin
reflexionar. Resulta que las esponjas que llevaba absorbieron el agua,
aumentaron el peso y hundieron al animal.
La Fontaine
El Asno y su
amo
Siempre
acostumbra hacer el vulgo necio
de lo bueno y
lo malo igual aprecio.
Yo le doy lo
peor, que es lo que alaba.
De este modo
sus hechos disculpaba
un escritor de
farsas indecentes;
y un taimado
poeta que lo oía,
respondió en
los términos siguientes:
Al humilde
jumento
su dueño daba
paja, y le decía:
Toma, pues que
con eso estás contento.
Díjolo tantas
veces, que ya un día
se enfadó el
asno, y replicó: Yo tomo
lo que me
quieres dar; pero, hombre injusto,
¿piensas que
sólo de la paja gusto?
Dame grano, y
verás si me lo como.
Sepa quien
para el público trabaja,
que tal vez a
la plebe culpa en vano,
pues si en
dándola paja, come paja,
siempre que la
dan grano, come grano.
Iriarte
El asno
vestido de león
Un Asno
disfrazado
con una grande
piel de León andaba;
por su temible
aspecto casi estaba
desierto el
bosque, solitario el prado.
Pero quiso el
destino
que le llegase
a ver desde el molino
la punta de
una oreja el molinero.
Armado
entonces de un garrote fiero,
dale de palos,
llévalo a su casa.
Divúlgase al
contorno lo que pasa;
llegan todos a
ver en el instante
al que habían
temido León reinante;
y haciendo
mofa de su idea necia,
quien más le
respetó, más le desprecia.
Desde que oí
del Asno contar esto
dos ochavos
apuesto,
si es que
Pedro Fernández no se deja
de andar con
el disfraz del caballero,
a vueltas del
vestido y el sombrero,
que le han de
ver la punta de la oreja.
Samaniego
El león y el
asno
Se juntaron el
león y el asno para cazar animales salvajes. El león utilizaba su fuerza y el
asno las coces de sus pies. Una vez que acumularon cierto número de piezas, el león
las dividió en tres partes y le dijo al asno:
-- La primera
me pertenece por ser el rey; la segunda también es mía por ser tu socio, y
sobre la tercera, mejor te vas largando si no quieres que te vaya como a las
presas.
Esopo
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