La lengua y los dientes
Los dientes de un muchacho parlanchín se quejaban un día de que
la lengua no paraba de hablar y ni un momento permanecía quieta.
El muchacho reprochó a los dientes diciéndoles que se ocuparan
de masticar bien la comida y no se preocuparan de la lengua.
La lengua se encontraba feliz pronunciando palabras nuevas ya
que el muchacho parlanchín hablaba y hablaba de manera incontinente. Un día, en
el que dijo una tremenda necedad, cuando se dio cuenta permitió que la lengua
dijera una mentira. Entonces los dientes,
creyendo que eso no podían permitirlo, se tomaron la justicia por su mano
y mordieron a la lengua.
La lengua enrojeció por la sangre y el muchacho de vergüenza.
Mejor es callar que hablar por hablar.
Leonardo da Vinci
(Tomado de la red y resumido libremente)
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