Esopo con cuatro asnos
El asno y la zorra encuentran al león
El asno y la
zorra, habiéndose unido para su mutua protección, salieron un día de caza.
No anduvieron
mucho cuando encontraron un león.
La zorra,
segura del inmediato peligro, se acercó al león y le prometió ayudar a capturar
al asno si le daba su palabra de no dañarla a ella.
Entonces,
afirmándole al asno que no sería maltratado, lo llevó a un profundo foso diciéndole
que se guareciera allí.
El león, viendo que ya el asno estaba asegurado, inmediatamente agarró a la zorra, y luego atacó al asno a su antojo.
El asno que cargaba una imagen
Una vez le
correspondió a un asno cargar una imagen de un dios por las calles de una
ciudad para ser llevada a un templo. Y por donde él pasaba, la multitud se
postraba ante la imagen.
El asno,
pensando que se postraban en respeto hacia él, se erguía orgullosamente,
dándose aires y negándose a dar un paso más.
El conductor,
viendo su decidida parada, lanzó su látigo sobre sus espaldas y le dijo:
-¡Oh, cabeza hueca, todavía no ha llegado la hora en que los hombres adoren a los asnos!
El asno, el gallo y el león.
Estaban un
gallo y un asno en un pastizal cuando llegó un hambriento león. Y ya iba el
león a tirarse encima del asno, cuando el gallo, cuyo cantar se dice que
aterroriza a los leones, gritó fuertemente, haciendo salir corriendo al león
tan rápido como pudo.
El asno al ver
el impacto que un simple canto del gallo realizaba, se llenó de coraje para
atacar al león, y corrió tras de él con ese propósito.
No había recorrido mayor distancia cuando el león se volvió, lo atrapó y lo seccionó en pedazos.
El asno y la perrita faldera
Un granjero
fue un día a sus establos a revisar sus bestias de carga: entre ellas se
encontraba su asno favorito, el cual siempre estaba bien alimentado y era quien
cargaba a su amo. Junto con el granjero venía también su perrita faldera, la
cual bailaba a su alrededor, lamía su mano y saltaba alegremente lo mejor que
podía. El granjero revisó su bolso y dio a su perrita un delicioso bocado, y se
sentó a dar órdenes a sus empleados. La perrita entonces saltó al regazo de su
amo y se quedó ahí, parpadeando sus ojos mientras el amo le acariciaba sus
orejas.
El asno celoso
de ver aquello, se soltó de su jáquima y comenzó a pararse en dos patas
tratando de imitar el baile de la perrita. El amo no podía aguantar la risa, y
el asno arrimándose a él, puso sus patas sobre los hombros del granjero
intentando subirse a su regazo. Los empleados del granjero corrieron
inmediatamente con palos y horcas, enseñándole al asno que las toscas
actuaciones no son cosa de broma.
Imágenes:https://www.google.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario