ORIGEN DE

“K”

Primero fue un signo jeroglífico egipcio que representaba una mano.

Los fenicios le dieron la forma actual y la llamaron “kaf”.

Los griegos la adoptaron y acomodaron, pues tenían tres signos para el mismo sonido y prevaleció el que llamaron “kappa”.

Los latinos mantuvieron los tres signos “c”, “q” y “k” para el mismo sonido.

En nuestra lengua la “k” se ha ido despreciando poco a poco, empezando por el mismo Nebrija. Incluso llegó a ser suprimida del Diccionario entre los años 1815 y 1869. Después se readmitió pero con un uso muy reducido.

Hoy vuelve a emerger curiosamente debido al uso que de ello hacen los grupos marginales, que la esgrimen como señas de identidad o como prueba de “estar al día”: okupas, anarkía, Vallekas o mili kk.

La forma que tiene hoy en español en sus variantes de minúscula y mayúscula, se la dieron ya los romanos.

Para poder ligar un signo con otro de un solo trazo, como era costumbre de escribir en la edad Media, apareció la modalidad de representarla con un  bucle en forma de pez, que se suele emplear todavía en la escritura a mano.

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