Entre las de Esopo, cuatro Zorras más:
La gula jugó una mala pasada a la primera.
La segunda confió en quien no debía y se hirió las patas
Una tercera dio a un leñador una lección de honestidad.
La envidia de la cuarta la llevó a un fatal desenlace.
La zorra a la que se le llenó el vientre
Una zorra hambrienta
encontró en el tronco de una encina unos pedazos de carne y de pan que unos
pastores habían dejado escondidos en una cavidad. Y entrando en dicha cavidad,
se los comió todos.
Pero tanto comió y se
le agrandó tanto el vientre que no pudo salir. Empezó a gemir y lamentarse del
problema en que había caído.
Por casualidad pasó
por allí otra zorra, y oyendo sus quejidos se le acercó y le preguntó qué le
ocurría. Cuando se enteró de lo que acaecía:
-¡Pues quédate
tranquila hermana hasta que vuelvas a tener la forma en que estabas, entonces
de seguro que podrás salir fácilmente sin problemas!
La zorra y el espino
Una zorra saltaba
sobre unos montículos, y estuvo de pronto a punto de caerse. Y para evitar la
caída, se agarró a un espino, pero sus púas le hirieron las patas, y sintiendo
el dolor que ellas le producían, le dijo al espino:
-Acudí a ti por ayuda,
y más bien me has herido!
A lo que respondió el
espino:
-¡Tú tienes la culpa,
amiga, por agarrarte a mí, bien sabes lo bueno que soy para enganchar y herir a
todo el mundo, y tú no eres la excepción!
La zorra y el leñador
Una zorra estaba
siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le
suplicó que la escondiera. El hombre la aconsejó que ingresara a su cabaña.
Casi de inmediato
llegaron los cazadores y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra.
El leñador les dijo que
no con la voz, pero con la mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había
escondido.
Los cazadores no comprendieron
las señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho con la palabra.
La zorra, al verlos marcharse,
salió sin decir nada.
El leñador le reprochó
a la zorra el porqué, a pesar de haberla salvad, no le daba las gracias. La zorra
respondió:
Tu hubiera dado las gracias
si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo.
La zorra y la serpiente
Se encontraba una higuera a la orilla de una camino, y una zorra
vio junto a ella una serpiente dormida.
Envidiando aquel cuerpo tan largo, y pensando en que podría igualarlo,
se echó la zorra a tierra al lado de la serpiente e intentó estirarse cuanto pudo.
Tanto esfuerzo hizo, hasta que al fin, por vanidosa, se reventó.
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