Cuatro leones de Esopo
El primero aprende lo que el mosquito ignora: no hay enemigo
pequeño.
Del segundo, por bueno que parezca, la liebre no confía.
Del tercero aprende un labrador que hay que medir las fuerzas.
El cuarto león no mide bien las consecuencias del amor.
El león y el mosquito luchador
Un mosquito se acercó a un león y le dijo:
-No te temo, y además, no eres más fuerte que yo.Si crees lo
contrario, demuéstramelo.¿Que
arañas con tus garras y muerdes con tus dientes? ¡Eso también lo
hace una mujer
defendiéndose de un ladrón! Yo soy más fuerte que tú, y si
quieres, ahora mmismo te desafío
a combate.
Y haviendo sonar su zumbido, cayó el mosquito sobre el león,
picándole repetidamente
alrededor de la nariz, donde no tiene pelo.
El león empezó a arañarse con sus propias garras, hasta que
renunció al combate. El
mosquito victorioso hizo sonar de nuevo su zumbido; i sin darse
cuenta, de tanta alegría, fue
a enredarse en una tela de araña.
Al tiempo que era devorado por la araña, se lamentaba de que él,
que luchaba contra los más
poderosos venciéndoles, fuese a perecer a manos de un
insignificante animal, la araña.
El buen rey León
Había un león que no era enojoso, ni cruel, ni violento, sino
tratable y justo como una buena
criatura, que lleó a ser el rey.
Bajo su reinado se celebró una reunión general de ,los animales
para disculparse y recibir
mutua satisfacción: el lobo do la paz al cordero, la pantera al
camello, el tigre al ciervo, la
zorra a la liebre, etc.
La tímida liebre dijo entonces:
-He anhelado ardorosamente ver llegar este día, a fin de que los
débiles seamos respetados
con justicia por los más fuertes.
E inmediatamente corrió lo mejor que pudo.
El león apresado por el labrador
Entró un león en la cuadra de un labrador, y éste, queriendo
cogerlo, cerró la puerta. El león, al
ver que no podía salir, empezó a devorar primero a los carneros,
y luego a los bueyes.
Entonces el labrador, temiendo por su propia vida, abrió la
puerta.
Se fue el león, y la esposa del labrador, al oírlo quejarse le
dijo:
-Tienes lo que buscaste, pues, ¿por qué has tratado de encerrar
a una fiera que más bien
tenías que mantener alejada?
El león enamorado de la hija del labrador
Se había enamorado un león de la hija de un labrador y la pidió
en matrimonio. No podía el
labrador decidirse a dar su hija a tan feroz animal, ni
negársela por temor que le inspiraba.
Entonces ideó lo siguiente: como el león no dejaba de
insistirle, le dijo que le parecía
digno para ser esposo de su hija, pero que al menos debería
cumplir con la siguiente
condición: que se arrancara los dientes y se cortara sus uñas,
porque eso era lo que
atemrizaba su hija.
El león aceptó los sacrificios porque en verdad la amaba.
Una vez que el león cumplió lo solicitado, cuando volvió a
presentarse ya sin poderes, el
labrador, lleno de desprecio por él, lo despidió sin piedad a golpes.
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