Cuatro leones
El de Esopo hace que un boyero prometa sacrificios a Zeus.
El de La Fontaine, enfermo, recibe la visita de todos los
animales menos de la zorra.
El león de Samaniego es puesto como ejemplo de gobernadores y
jefes.
Iriarte, en su león, aconseja a los literatos no parecerse a los
murciélagos.
...............
El león y el Boyero
Un boyero que apacentaba un hato de bueyes perdió un ternero. Lo
buscó, recorriendo los alrededores sin encontrarlo. Entonces prometió a Zeus
sacrificarle un cabrito si descubría quién se lo había robado.
Entró de inmediato al bosque y vio a un león comiéndose al
ternero. Levantó aterrado las manos al cielo gritando:
-¡Oh grandioso Zeus, antes te prometí inmolarte un cabrito si
encontraba al ladrón; pero ahora te prometo sacrificar un toro si consigo no
caer en las garras del león!
Esopo
El león enfermo y la zorra
Un día el rey león cayó enfermo y su médico, que era un búho, le
recomendó hacer reposo durante un tiempo. El león decidió entonces que como iba
a permanecer mucho tiempo inactivo, solo y aburrido, que vinieran a visitarlo
un animal de cada especie. Se aclaró que otorgaba total inmunidad contra las
garras del león, y que ningún invitado sería atacado.
Asi que todos los animales, eligieron un embajador y lo enviaron.
Los zorros estaban tratando de ver quién sería el elegido, cuando una zorra
interrumpió la charla y dijo:
-¡Vengo de recorrer las inmediaciones de la cueva del león, y he
podido ver que las huellas de quienes fueron a visitarlo, están todas en
dirección a la entrada!, pero ninguna en dirección opuesta. Creo que este dato
por sí solo debe inspirarnos recelo, ya que a pesar de las promesas de
inmunidad es fácil ver cómo se entra en la casa del león, pero imposible saber
cómo se sale.
La Fontaine
El león con su ejército
El león, rey de los bosques poderoso,
quiso armar un ejército famoso.
Juntó sus animales al instante:
empezó por cargar al elefante
un castillo con útiles, y encima
rabiosos lobos, que pusiesen grima.
Al oso le encargó de los asaltos,
al mono con sus gestos y sus saltos
mandó que al enemigo entretuviese;
a la zorra que diese
ingeniosos ardides al intento.
Uno gritó: “La liebre y el jumento.
Éste por tardo, aquella por medrosa,
de estorbo servirán, no de otra cosa”.
¿De estorbo? dijo el Rey; yo
no lo creo.
En la liebre tendremos un correo,
y en el asno mis tropas un trompeta.
” Así quedó la armada bien completa.
Tu retrato es el león, Conde prudente,
y si a tu imitación, según deseo,
examinan los jefes a su gente,
a todos han de dar útil empleo.
¿Por qué no lo han de hacer? ¿Habrá cucaña
como no hallar ociosos en España?
Samaniego
El león y el águila
El águila y el león
gran conferencia tuvieron
para arreglar entre sí
ciertos puntos de gobierno.
Dio el águila muchas quejas
del murciélago diciendo:
”¿Hasta cuándo este avechucho
nos ha de traer revueltos?
Con mis pájaros se mezcla,
dándose por uno de ellos,
y alega varias razones
sobre todo la del vuelo.
Mas si le antoja dice:
“Hocico, y no pico, tengo.
¿Cómo ave queréis tratarme?
Pues cuadrúpedo me vuelvo”
Con mis vasallos murmura
de los brutos de tu imperio,
y cuando con éstos vive,
murmura también de aquellos”.
“Está bien –dijo el león-,
yo te juro que en mis reinos
no entre más”. “Pues en los míos
–respondió el águila-, menos”.
Desde entonces, solitario
salir de noche le vemos,
pues ni alados ni patudos
quieren ya tal compañero.
Murciélagos literarios,
que hacéis a pluma y a pelo,
si queréis vivir con todos,
miraos en este espejo.
Iriarte
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