Las ideas y los tiempos
Los Cátaros
El nombre
‘cátaro’ proviene del griego y significa ‘puro’. Los cátaros, por considerarse
puros, se autodenominaban ‘albinos’. También se les conocía con el nombre de
‘albigenses’ y como ‘la secta de los tejedores’, ya que fueron los tejedores y vendedores de tejidos los
principales difusores del catarismo.
Su doctrina se propagó por Europa a mediados del
siglo XI. Procede del gnosticismo y maniqueísmo y tiene una teología dualista, basada en la creencia de que el universo
está compuesto por dos mundos en conflicto, uno espiritual, creado por Dios, y
otro material, credo por el demonio.
El reino de Dios, dicen los cátaros, no es de este
mundo. Dios creó los cielos y las almas, mientras que el Diablo creó el mundo material, las guerras y la Iglesia
Católica, siendo ésta una herramienta de corrupción. Creían en la reencarnación
sucesiva hasta ser capaces de un autoconocimiento que lleva a la visión de la
divinidad, escapando así del mundo material para elevarse al mundo inmaterial.
Para escapar del mundo es necesario vivir una vida ascética. Practicaban la
estricta castidad y el vegetarianismo. Negaban el bautismo por agua, ya que es
un elemento impuro, se oponían a al matrimonio con fines de procreación,
considerando un error traer un alma pura al
mundo material e impuro.
El papa Inocencio III decretó que toda la tierra
poseída por los cátaros podía ser confiscada a voluntad y que todo aquel que
combatiera contra su herejía, sería liberado de sus pecados. Esta cruzada se
encomendó al rey Felipe II Augusto de Francia. Se produjo una situación de
guerra civil y se empezó a actuar contra los cátaros condenándoles a morir en
la hoguera.
La guerra terminó con el tratado de París, en el
1229. Sin embargo, el catarismo no se extinguió. Para extirpar totalmente la
doctrina cátara se estableció la Inquisición que operó durante los siglos XIII
y XIV con éxito.
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