Va de bueyes:
-Uno, en “las
mil”, envidia al asno.
-Otro tapa la
boca a una cigarra, con Iriarte.
-Un tercero
alecciona a un niño, en verso de Rafael Pombo.
………..
El niño y el buey
El niño :
¿En qué
piensas todo el día
Tendido sobre
la yerba?
Parécesme un
gran doctor
Embelesado en
su ciencia.
El buey :
La ciencia,
niño querido
No es lo que a
mí me alimenta;
Esa es fruta
del estudio,
Con que Dios
al hombre obsequia.
Fuera el
pensar para mí,
pobre animal,
ardua empresa;
Prefiero hacer
treinta surcos
antes que
aprender dos letras.
Mascar bien,
me importa más
que una
lección en la escuela.
Con las muelas
masco yo,
tú, niño, con
la cabeza.
Pero si
anhelas ser sabio
ojalá viéndome
aprendas
a rumiar, y
rumiar mucho,
Cada bocado de
ciencia.
El digerir, no
el comer,
es lo que al
cuerpo aprovecha,
Y el alma,
cuerpo invisible,
tiene que
seguir tal regla.
Sin rumiarlo
bien, no engullas
ni una línea,
ni una letra;
El que aprende
como un loro,
loro ignorante
se queda.
Rafael Pombo
El buey y la cigarra
Arando estaba
el buey, y a poco trecho,
la cigarra,
cantando, le decía:
«¡Ay!, ¡ay!
¡Qué surco tan torcido has hecho!»
Pero él la
respondió: «Señora mía,
si no
estuviera lo demás derecho,
usted no
conociera lo torcido.
Calle, pues,
la haragana reparona;
que a mi amo
sirvo bien, y él me perdona,
entre tantos
aciertos, un descuido».
¡Miren quién
hizo a quién cargo tan fútil!
Una cigarra al
animal más útil.
Mas ¿si me
habrá entendido
el que a
tachar se atreve
en obras
grandes un defecto leve?
Iriarte
Fábula del asno, el buey y el labrador
"Has de
saber, hija mía, que hubo un comerciante dueño de grandes riquezas y de mucho
ganado. Estaba casado y con hijos. Ala,
el Altísimo, le dio igualmente el conocimiento de los lenguajes de los animales
y el canto de los pájaros. . Habitaba este comerciante en un país fértil, a
orillas de un río. En su morada había un asno y un buey.
Cierto día
llegó el buey al lugar ocupado por el asno y vio aquel sitio barrido y regado.
En el pesebre había cebada y paja bien cribadas, y el jumento estaba echado,
descansando. Cuando el amo lo montaba, era sólo para algún trayecto corto y por
asunto urgente, y el asno volvía pronto a descansar. Ese día el comerciante oyó
que el buey decía al pollino: "Come a gusto y que te sea sano, de provecho
y de buena digestión. ¡Yo estoy rendido y tú descansando, después de comer
cebada bien cribada! Si el amo, te monta alguna que otra vez, pronto vuelve a
traerte. En cambio yo me reviento arando y con el trabajo del molino." El
asno le aconsejó: "Cuando salgas al campo y te echen el yugo, túmbate y no
te menees aunque te den de palos. Y si te levantan, vuélvete a echar otra vez.
Y si entonces te vuelven al establo y te ponen habas, no las comas, fíngete
enfermo. Haz por no comer ni beber en unos días, y de ese modo descansarás de
la fatiga del trabajo."
Pero el
comerciante seguía presente, oyendo todo lo que hablaban.
Se acercó el
mayoral al buey para darle forraje y le vio comer muy poca cosa. Por la mañana,
al llevarlo al trabajo, lo encontró enfermo. Entonces el amo dijo al mayoral:
"Coge al asno y que are todo el día en lugar del buey." Y el hombre
unció al asno en vez del buey y le hizo arar todo el día.
Al anochecer,
cuando el asno regresó al establo, el buey le dio las gracias por sus bondades,
que le habían proporcionado el descanso de todo el día; pero el asno no le
contestó. Estaba muy arrepentido.
Al otro día el
asno estuvo arando también durante toda la jornada y regresó con el pescuezo desollado,
rendido de fatiga. El buey, al verle en tal estado, le dio las gracias de nuevo
y lo colmó de alabanzas. El asno le dijo: "Bien tranquilo estaba yo antes.
Ya ves cómo me ha perjudicado el hacer beneficio a los demás." Y en
seguida añadió: "Voy a darte un buen consejo de todos modos. He oído decir
al amo que te entregarán al matarife si no te levantas, y harán una cubierta
para la mesa con tu piel. Te lo digo para que te salves, pues sentiría que te
ocurriese algo."
El buey,
cuando oyó estas palabras del asno, le dio las gracias nuevamente, y le dijo:
"Mañana reanudaré mi trabajo." Y se puso a comer, se tragó todo el
forraje y hasta lamió el recipiente con su lengua.
De Las Mil Y
Una Noches
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