La gata con cascabeles
Salió cierta
mañana Zapaquilda al tejado
con un collar
de grana,
de pelo y cascabeles
adornado.
Al ver tal
maravilla,
del alto
corredor y la guardilla
van saltando
los gatos de uno en uno.
Congrégase al
instante
tal concurso
gatuno
en torno de la
dama rozagante,
que entre
flexibles colas arboladas
apenas
divisarla se podía.
Ella con mil
monadas
el cascabel
parlero sacudía;
pero cesando
al fin el sonsonete,
dijo que por
juguete
quitó el
collar al perro su señora,
y se lo puso a
ella.
Cierto que
Zapaquilda estaba bella.
a todos
enamora,
tanto, que en
la gatesca compañía
cuál dice su atrevido
pensamiento
cuál se
encrespa celoso;
riñen éste y
aquél con ardimiento,
pues con ansia
quería
cada gato
soltero ser su esposo.
Entre los
arañazos y maullidos
levántase
Garraf gato prudente,
y a los
enfurecidos
les grita:
«Novel gente,
¡Gata con cascabeles
por esposa!
¿Quién
pretende tal cosa?
¿No veis que
el cascabel la caza ahuyenta
y que la dama
hambrienta
necesita sin
duda que el marido,
ausente y
aburrido,
busque la
provisión en los desvanes,
mientras ella,
cercada de galanes,
porque el
mundo la vea,
de tejado en
tejado se pasea?»
Marchóse
Zapaquilda convencida,
y lo mismo
quedó la concurrencia.
¡Cuántos
chascos se llevan en la vida
los que no miran más que la apariencia!
Félix María de
Samaniego
Imagen:https://www.google.com/
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