Las Ideas y Los Tiempos
Los judíos en España
Si el país de
Tarsis, que aparece citado varias veces en la Biblia, lo asociamos a España,
los judíos estarían en España desde la época de Salomón, en el siglo X a. C. Hay
arqueólogos que fechan la venida de los judíos a España hacia el año 586 a.
C. por encontrar evidencia en excavaciones arqueológicas.
Durante la época
romana, existen evidencias de la presencia judía en la Península, como son las
inscripciones en hebreo encontradas en
tumbas sepulcrales. Pero el primer documento que demuestra la presencia de
judíos en España lo encontramos en los cánones del Concilio de Elvira, a
comienzos del siglo IV. Son 81 cánones
los que se refieren a los judíos. Así, en el cano 16, se prohíbe a los cristianos
el matrimonio con mujeres judías, bajo pena de ser excomulgados. Otros cánones
prohíben sentarse en la misma mesa con miembros de la religión judía y condenan
con pena de excomunión el adulterio con mujer judía.
En la época
visigoda, a comienzos del siglo IV, los judíos no fueron perseguidos, pero se
les prohibía los matrimonios mixtos, que se edificasen nuevas sinagogas, la
posesión de esclavos cristianos; y se
castigaba a los cristianos que se convertían al judaísmo. Los visigodos fueron
tolerantes mientras fueron cristianos arrianos, pero cuando Recaredo se
convirtió al catolicismo se endurecieron las leyes contra los judíos,
produciéndose conversiones forzosas. Muchos judíos se marcharon al norte de
África. A los que quedaban se les exigía un juramento especial (‘placitum’)
rechazando públicamente la religión judía.
Con la invasión
musulmana en el año 711, los judíos dejaron de ser perseguidos. Durante la Edad
Media se extendió el mito de que los judíos se aliaban con los musulmanes para
destruir a los cristianos. Se decía por ejemplo que les habían entregado
Toledo. Los musulmanes protegían tanto a las comunidades judías como a los
cristianos; no le exigían ser convertidos al Islam; tanto unos como otros
tenían garantizada la vida y sus bienes y les dejaban libertad de culto. Sin
embargo se estableció una discriminación institucionalizada: se les negaba el
acceso a cargos públicos; se les acusaba de blasfemos con frecuencia y se les castigaba
con la muerte; se les castigaba también con
la pena de muerte si mantenían relaciones o si se casaban con una musulmana.
Pero en algunos Reinos andalusíes, varios judíos llegaron a sobresalir,
alcanzando rangos muy importantes. En Al-Ándalus se organizaron las ‘aljamas’:
comunidades autónomas en las diferentes
localidades que se regían con sus propias normas jurídicas. Esta institución se
trasladó posteriormente a la España cristiana.
Durante el
Emirato Independiente y el Califato de Córdoba, especialmente en la época de
Abderramán, los judíos y su cultura alcanzaron gran esplendor, Con los almorávides,
muchos judíos ocuparon puestos de diplomáticos, gobernadores y consejeros de los
emires. Los almohades volvieron a mostrar intolerancia con los judíos y a
partir del siglo XII, la población judía emprendió una huida masiva hacia los
reinos cristianos del norte.
El papel que
jugó la presencia judía en los reinos cristianos fue el de trasmisor de los
conocimientos árabes. Esto hizo posible por ejemplo La Escuela de Traductores de
Toledo, donde en la corte de Alfonso X, se llevó a cabo la ingente labor de
recopilar los saberes del mundo, así como su traducción y divulgación. Además
se hizo indispensable la presencia judía en la medicina, así como en la economía
estatal.
En el siglo XV,
se ejerció un antijudaísmo por parte de los llamados ‘cristianos viejos’ en
contra de los judeoconversos, llamados ‘cristianos nuevos’, aduciendo que en realidad
eran falsos cristianos porque seguían practicando a escondidas la religión
judía. En el siglo XVI se les exigía la llamada ‘limpieza de sangre’. Los Reyes
Católicos obtuvieron del papa Sixto IV la autorización de nombrar inquisidores
en sus reinos y con la creación del Tribunal de la Inquisición’ obtuvieron el
instrumento que les permitía llevar a cabo la investigación de la ‘pureza de
sangre’. Las juderías se convirtieron en guetos y los judíos quedaron cercados
por muros, obligados a vivir en barrios separados para ‘preservar la fe
cristiana’. Los inquisidores pidieron que los judíos fueran expulsados y el primer sitio de donde fueron expulsados
fue en Andalucía. El Inquisidor General Tomás de Torquemada redactó el decreto
encargado por los reyes para la expulsión de los judíos. En él se les daba un
plazo de cuatro meses para que abandonaran los reinos cristianos. Se les daba
como alternativa la conversión. Muchos optaron por bautizarse, pero la inmensa
mayoría se marchó. Las cifras de los expulsados no están claras, varían entre
los 45.000 y los 350.000, según los distintos historiadores.
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