Estaba la Catalina
Estaba la Catalina
sentada bajo un laurel
mirando la frescura
de las aguas al caer.
De pronto pasó un soldado
y lo hizo detener
‘Deténgase usted soldado
que una pregunta le quiero
hacer.’
-‘¿Usted ha visto a mi marido
en la guerra alguna vez?
-‘Yo no he visto a su marido
ni tampoco sé quién es.’
-’Mi marido es alto y
rubio
y buen mozo como usted,
y en la punta de su
espada
lleva escrito San Andrés.’
-‘Por los datos que me ha
dado
su marido muerto es,
y me ha dejado dicho
que me case con usted.’
‘Eso sí que no lo hago
eso sí que no lo haré.
He esperado siete años
y otros siete esperaré.
Si a los catorce años no
viene
a un convento yo me iré.
Y a mis dos hijas mujeres
conmigo los llevaré.
Y a mis dos hijos varones
a la patria entregaré.’
-‘Calla, calla, Catalina
calla, calla de una vez,
estás hablando con tu marido
que no supiste reconocer.’
Así termina esta historia
de una infeliz mujer
que estaba hablando con su
marido
y que no podía reconocer.
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