Esopo y cuatro bueyes
-Se quejan los
bueyes de que la carreta se queje.
-En el cuerno,
a un mosquito le pesa la conciencia.
-Un buey sabio
defiende a los carniceros diestros.
-Con los años
del buey… el hombre se hace viejo.
…………
Los bueyes y el eje
de la carreta
Arrastraban
unos bueyes una carreta cuyo eje chirriaba ruidosamente. Se volvieron aquellos
a la carreta diciendo:
-- Oye amiga
--, somos nosotros quienes llevamos la carga. ¿ y eres tú quien se queja?
Esopo
El buey y el mosquito
En el cuerno
de un buey se posó un mosquito.
Luego de
permanecer allí largo rato, al irse a su vuelo preguntó al buey si se alegraba
que por fin se marchase.
El buey le
respondió:
-- Ni supe que
habías venido. Tampoco notaré cuando te vayas.
Esopo
Los bueyes contra los
carniceros
Decidieron un
día los bueyes destruir a los carniceros, quienes, decían los bueyes, estaban
acabando con su gremio.
Se reunieron
entonces para llevar a cabo su objetivo, y afilaron finamente sus cuernos.
Pero uno de
ellos, el más viejo, un experimentado arador de tierras, les dijo:
-Esos
carniceros, es cierto, nos matan y destrozan, pero lo hacen con manos
preparadas, y sin causarnos dolor. Si nos deshacemos de ellos, caeremos en
manos de operadores inexpertos y entonces sí que sufriríamos una doble muerte.
Y les aseguro, que aunque ya no haya ni un solo carnicero, los humanos seguirán
buscando nuestra carne.
Esopo
El caballo, el buey,
el perro y el hombre
Cuando Zeus
creó al hombre, sólo le concedió unos pocos años de vida. Pero el hombre,
poniendo a funcionar su inteligencia, al llegar el invierno edificó una casa y
habitó en ella.
Cierto día en
que el frío era muy crudo, y la lluvia empezó a caer, no pudiendo el caballo
aguantarse más, llegó corriendo a donde el hombre y le pidió que le diera
abrigo.
Le dijo el
hombre que sólo lo haría con una condición: que le cediera una parte de los
años que le correspondían. El caballo aceptó.
Poco después
se presentó el buey que tampoco podía sufrir el mal tiempo. El hombre le
contestó lo mismo: que lo admitiría si le daba cierto número de sus años. El
buey cedió una parte y quedó admitido.
Por fin, llegó
el perro, también muriéndose de frío, y cediendo una parte de su tiempo de
vida, obtuvo su refugio.
Y he aquí el
resultado: cuando los hombres cumplen el tiempo que Zeus les dio, son puros y
buenos; cuando llegan a los años pedidos al caballo, son intrépidos y
orgullosos; cuando están en los del buey, se dedican a mandar; y cuando llegan
a usar el tiempo del perro, al final de su existencia, se vuelven irascibles y
malhumorados.
Esopo
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