Otra de bueyes
-Esopo pinta a
un buey tan descuidado, que pisa una rana sin querer.
-Fedro la
pinta bien hinchada.
-Fedro enseña
al buey a no envidiar.
El buey y la rana
Un buey que
llegó a beber a una charca donde había un grupo de ranas jóvenes, pisó y aplastó
a una de ellas matándola.
Cuando llegó
la madre y notó la ausencia de una de sus hijas, preguntó a sus hermanas qué
había pasado con ella.
"Está
muerta, madre querida; ya que ahora mismo una bestia muy enorme con cuatro
grandes patas vino a la charca y la aplastó de muerte con su talón
hendido."
La madre,
hinchándose al máximo, preguntó,
-¿Si la bestia
fuera tan grande como este tamaño?-
-Para, madre,
de hincharte-, dijo una hija, -y no te enojes; ya que puedo asegurarte que más
pronto te reventarás que imitar con éxito la inmensidad de aquel
monstruo."
Esopo
LA RANA REVENTADA Y EL BUEY
El débil
perece cuando quiere imitar al poderoso.
Un día en un
prado una rana vio un buey y, movida por la envidia de tan gran tamaño, infló
su arrugada piel: entonces preguntó a sus hijos si era más grande que el buey.
Ellos dijeron que no. De nuevo distendió su piel con un esfuerzo mayor y, de
igual modo, preguntó quién era más grande. Ellos dijeron que el buey.
Finalmente, indignada, mientras quería inflarse todavía más, quedó tendida con
su cuerpo reventado.
Fedro
El buey y la becerra
Viendo a un
buey trabajando, una becerra que sólo descansaba y comía, se condolió de su
suerte, alegrándose de la de ella.
Pero llegó el
día de una solemnidad religiosa, y mientras al buey se le hacía a un lado,
cogieron a la becerra para sacrificarla.
Viendo lo
sucedido, el buey sonriendo dijo:
-Mira becerra,
ya sabes por qué tú no tenías que trabajar:
¡es que
estabas reservada para el sacrificio!
Fedro
Imagen: https://www.google.com/
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