Va de ranas. Una de Iriarte y cuatro de Samaniego:
La rana de Iriarte se queda confusa ante la contestación de
una gallina indignada.
Dos de Samaniego discuten sobre el medio donde era más conveniente
vivir y una de ellas sucumbe por no evitar el peligro.
De las otras dos de Samaniego, una es impulsiva y la otra muy
prudente.
…………
La rana y la gallina
Desde
su charco una parlera rana
oyó
cacarear a una gallina.
–Vaya
–le dijo- no creyera hermana,
que
fueras tan incómoda vecina.
Y
con toda tu bulla, ¿qué hay de nuevo?
-Nada,
sino anunciar que pongo un huevo.
-¿Un
huevo? ¡Y alborotas tanto!
-Un
huevo sólo, sí, señora mía.
¿Te
espantas de eso cuando yo no me espanto
de
oírle cómo graznas noche y día?
Yo,
porque sirvo de algo, lo publico;
tú, rana, que de nada sirves, calla el pico.
Iriarte
Las dos ranas
Tenían dos ranas
sus pastos vecinos,
una en un estanque,
otra en el camino.
cierto día a ésta
aquella le dijo:
“¡Es creíble, amiga,
de tu mucho juicio
que vives contenta
entre los peligros,
donde te amenazan,
al paso preciso,
los pies y las ruedas
riesgos infinitos!
Deja tal vivienda;
muda de destino;
sigue mi dictamen
y vente conmigo.”
En tono de mofa,
haciendo mil mimos,
respondió a su amiga:
“¡Excelente aviso!
¡A mí novedades!
Vaya, ¡qué delirio!
Eso sí que fuera
darme el diablo ruido.
¡Yo dejarla casa
que fue domicilio
de padres, abuelos
y todos los míos,
sin que haya memoria
de haber sucedido
la menor desgracia
desde hace siglos.“
“Allá te compongas;
mas ten entendido
que tal vez sucede
lo que no se ha visto.”
Llegó una carreta
a este tiempo mismo,
y a la triste rana
tortilla la hizo.
Por Hombres de seso
muchos hay tenidos,
que a nuevas razones
cierran los oídos.
Recibir consejos
es un desvarío;
la rancia costumbre
suele ser su libro.
Samaniego
Las ranas sedientas
Dos ranas que vivían juntamente,
en un verano ardiente
se quedaron en seco en su laguna.
Saltando aquí y allí, llegó la una
a la orilla de un pozo.
Llena entonces de gozo,
gritó a su compañera:
“Ven y salta ligera.”
Llegó, y estando entrambas a la orilla,
notando como grande maravilla,
entre los agotados juncos y heno,
el fresco pozo casi de agua lleno,
prorrumpió la primera: “¿A qué
esperamos,
que no nos arrojamos
al agua, que apacible nos convida?”
La segunda responde: “Inadvertida,
yo tengo igual deseo,
pero pienso y preveo
que, aunque es fácil al pozo nuestra
entrada,
la agua, con los calores exhalada,
según vaya faltando,
nos irá dulcemente sepultando,
y al tiempo que salir solicitemos,
en la Estigia laguna nos veremos.”
Por consultar al gusto solamente
entra en la nasa el pez incautamente,
el pájaro sencillo en la red queda,
y ¿entre qué lazos el hombre no se enreda?
Samaniego
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